sábado

TIERRA DE NADIE

Hubo un tiempo en que estaba lleno de sol.

Entonces, con la mirada te hice sentir
como si estuvieras en casa,
mis brazos te mantienían fuerte
y mi boca, con sus palabras,
te describían en silencio
aquellos atardeceres inolvidables,
mientras te hacía sentir el agua del mar
recorriendo tus labios con un beso,
cubriéndolos de grietas, humedeciéndolos,
convirtiéndolos en arena, que pronto se desvanece.

Y ya ves,
pude ser lo mejor que hayas visto,
lo mejor que probaste,
lo mejor que sentiste...

Para luego, en un instante,
como aquella nube negra que se oculta
al igual que una sombra,
detrás de ti y sin previo aviso,
desencadenar una tormenta.

Y desearás haber buscado refugio
y calor bajo otro techo,
en otros ojos y brazos,
no en los míos,
esos que ahora representan
caos y frío,
de los que ya es muy tarde
para protegerte.

Te hundiré en el más violento de los océanos,
me mezclaré con el viento
para hacerte temblar bajo la piel,
y te juro que tras una mirada helada,
habrás deseado no haber cruzado jamás
tu camino con el mío.

Porque soy,
no uno, sino todos los desastres naturales
de los que has oído a lo largo de tu vida,
todas las personas de las que te han advertido,
y aquellas de las que has debido mantenerte lejos
a pesar de lo valiente que quieras demostrar ser.

Cariño, puedo ser
el peor lugar en ruinas al que hayas visitado,
la oración más carente de sentido que hayas rezado,
el dolor de cabeza más insoportable que,
si tienes suerte y te alejas a tiempo,
no tendrías que sufrir.

Pero
si dejas el temor a un lado,
te despojas de las inseguridades
y me besas cada tierra de nadie que encuentres,
puede que tropieces con el punto exacto de equilibrio,
entre mis imperfecciones y mis días buenos...

Así entenderás que soy un tornado
no porque quiera derrumbarte,
sino para convencerme a mí mismo
que quieres entrar en mi desastre
tanto como yo quiero
que estés allí.

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